NIÑOS ENCADENADOS



Historias desgarradoras de la vida de niños marginados y explotados
Cuando el planeta transita por el siglo XXI de la Era Moderna, constituye una verguenza para la humanidad que historias como las recogidas en este trabajo tengan lugar ante los ojos de gobiernos, politicos y gente que tienen en sus manos los destinos de millones de seres humanos.
Duras y desgarradoras son estas historias que reproduce Verdades de Cuba! y que fueron publicadas de manera original por el blog Kurioso y que constituye una denuncia de las condiciones de miseria, explotacion y abandono en que viven los niños en muchas partes, victimas de ese demencial sistema que llamamos Capitalismo.
Historias como estas no aparecen con frecuencia en los grandes medios de comunicacion, los que prefieren miran hacia otros paisajes mas alegres, dejando en la oscuridad y el olvido a estos niños, que aparecen como el futuro empeñado de la humanidad.
Perdidas en la llamada red de redes, todas las fotografias e historias que aqui se cuentan fueron sacadas de los mas variados sitios de la Internet.
Bloqueada por cerca de medio siglo, agredida de diversa maneras y atacada con saña por la prensa capitalista con mentiras y campañas mediaticas sobre libertades politicas, democracia y derechos humanos, Cuba exhibe con orgullo a su niñez.
Protegida de mas de una decena de enfermedades mediante vacunas, con alimentacion asegurada y una educacion gratuita, ninguno de los niños cubanos es protagonista de historias tan tristes y desgarradoras como estas de NIÑOS ENCADENADOS
jobgirl
Farras, Hajira, Kong y Carlos son cuatro niños menores de 12 años de otras tantas esquinas del mundo esclavizados por un trabajo que no les pertenece. Son eslabones de una cadena de mas de 220 millones de niños explotados y cautivos de su trabajo. Inocencias interrumpidas por una globalizacion que viola con descaro e impunidad sus derechos mas fundamentales. La que sigue es una historia global, mas grafica que estadistica, que encadena sus infancias robadas para remover conciencias saturadas y herir susceptibilidades adultas.

LA FABRICA DE LADRILLOS DE KARKHLA, PAKISTAN.
Farras Khan Shinwari, trabaja junto a sus dos hermanos en la fabrica de ladrillos de Karkhla a 15 km al este de Peshawar, en Pakistan. Refugiados de guerra, su familia abandona Afganistan huyendo de la pobreza mas absoluta para trabajar en la fabrica a sueldo.
De madrugada, para evitar las evaporaciones, comienza la jornada regando los montones de arcilla y mezclandolos a azadon puro para mas tarde malear con sus propias manos los bloques. Por menos de un euro al dia trabaja 12 horas seguidas fabricando y trasladando sobre su cabeza las piezas. Sus hermanos, de 3 y 2 años son piezas fundamentales en la cadena de fabricacion. Debido a su limitado peso, son los encargados de dar la vuelta a los ladrillos, sin deformarlos, en el secadero para airearlos.
Farras Khan Shinwari, trabaja junto a sus dos hermanos en la f�brica de ladrillos de Karkhla a 15 km al este de Peshawar, en Pakist�n.
Farras Khan Shinwari, trabaja junto a sus dos hermanos en la fabrica de ladrillos de Karkhla a 15 km al este de Peshawar, en Pakistan.
Debido a su limitado peso, sus hermanos son los encargados de dar la vuelta a los ladrillos, sin deformarlos, en el secadero para airearlos
Debido a su limitado peso, sus hermanos son los encargados de dar la vuelta a los ladrillos, sin deformarlos, en el secadero para airearlos
De madrugada, para evitar las evaporaciones, comienza la jornada regando los montones de arcilla y mezcl�ndolos a azad�n
De madrugada, para evitar las evaporaciones, comienza la jornada regando los montones de arcilla y mezclandolos a azadon
Los ni�os tienen que malear con sus propias manos los bloques
Los niños tienen que malear con sus propias manos los bloques
Por menos de un euro al dia trabajan 12 horas seguidas fabricando y trasladando sobre su cabeza las piezas.
Por menos de un euro al dia trabajan 12 horas seguidas fabricando y trasladando sobre su cabeza las piezas.
Refugiados de guerra impuesta por la invasi�n de Estados Unidos y sus aliados, su familia abandon� Afganist�n huyendo de la pobreza m�s absoluta para trabajar en la f�brica a sueldo.
Refugiados de la guerra impuesta por la invasion de Estados Unidos y sus aliados, sus familias abandonaron Afganistan huyendo de la pobreza mas absoluta para trabajar en la fabrica a sueldo.

LOS NIÑOS DEL POLVO NEGRO.

Reciclando pilas en Dacca, Bangladesh.
Hajira, tiene 8 años y vive en Dacca, capital de Bangladesh. Durante 14 horas al dia machaca viejas baterias con el ladrillo de Shinwari para extraer la varilla de carbono, limpiarlas y reciclarlas. El polvo negro de carbono desprendido lo invade absolutamente todo y provoca multitud de infecciones por inhalacion en los niños que juegan en torno al taller. Algunos tienen vetas de sangre constantemente brotando por la nariz.
Hajira logra 6 Takas (10 centimos de euro) por cada 1.000 varillas que limpia cada jornada mientras cuida de su hermano pequeño en el sucio habitaculo donde trabaja. Su madre limpia unas 3.000 varillas y con todo ello pueden comer cada dos dias.
Hay cientos de pequeñas factorias como la de Hajira en la capital de Bangladesh. Familias enteras dedicadas a la extraccion del carbono y pequeñas piezas de metal (zinc). Una vez separados y limpiados en el rio Buriganga, los materiales son enviados a las fabricas para fabricar nuevas baterias y el metal a fundicion para artesania.
Los desechos y las montañas de carbon se depositan en la ribera del Buriganga para ganar terreno al rio y disponer de mas espacio de trabajo.
Hajira, tiene 8 a�os y vive en Dacca, capital de Bangladesh. Durante 14 horas al dia machaca viejas baterias con el ladrillo de Shinwari para extraer la varilla de carbono, limpiarlas y reciclarlas.
Hajira, tiene 8 años y vive en Dacca, capital de Bangladesh. Durante 14 horas al dia machaca viejas baterias con el ladrillo de Shinwari para extraer la varilla de carbono, limpiarlas y reciclarlas.
Los ni�os limpian las varillas que ser�n recicladas
Los niños limpian las varillas que seran recicladas
El polvo negro lo invade todo
El polvo negro lo invade todo
Hajira logra 6 Takas (10 c�ntimos de euro) por cada 1.000 varillas que limpia cada jornada
Hajira logra 6 Takas (10 centimos de euro) por cada 1.000 varillas que limpia cada jornada
El polvo negro de carbono desprendido lo invade absolutamente todo y provoca multitud de infecciones por inhalaci�n en los ni�os
El polvo negro de carbono desprendido lo invade absolutamente todo y provoca multitud de infecciones por inhalacion en los niños
Una vez separados y limpiados, los materiales son enviados a las industrias para fabricar nuevas baterias y el metal a fundici�n para artesania.
Una vez separados y limpiados, los materiales son enviados a las fabricas para fabricar nuevas baterias y el metal a fundicion para artesania.
Los desechos y las monta�as de carb�n se depositan en la ribera del rio Buriganga
Los desechos y las montaaas de carbon se depositan en la ribera del rio Buriganga
BUSCANDO TESOROS
La montaña de basura humeante de Phnom Penh, Camboya
Kong Siehar, es una niaa de 11 aaos de impresionantes ojos verdes que trabaja buscando las pilas usadas de Hajira y otros tesoros metalicos en la tremenda montaña de basura humeante en Phnom Penh, Camboya. Una colina de 40 hectareas salpicada por infinitos fuegos que estrangulan el aire con gases toxicos. Los ojos de Kong lagrimean constantemente como defensa y proteccion al humo ponzoñoso.
La mayoria de los buscadores son niños de entre 7 y 11 años que se pasean descalzos durante 12 horas por montañas de desperdicios empapados buscando cualquier cosa susceptible de ser vendido. El fuego contamina sus pulmones pero ayuda a localizar mas rapidamente los metales. El salario medio no llega al medio euro diario cuando encuentran metal y consiguen atraer a compradores. Un estudio japones reciente ha detectado que el nivel de dioxinas procedentes de la combustion quimica de la basura y los metales pesados hallados en el metabolismo de estos chicos son suficientes para explicar el creciente numero de canceres detectados.
Kong Siehar, es una ni�a de 11 a�os de impresionantes ojos verdes que trabaja buscando las pilas usadas de y otros tesoros met�licos en la tremenda monta�a de basura humeante en Phnom Penh, Camboya
Kong Siehar, es una niña de 11 años de impresionantes ojos verdes que trabaja buscando las pilas usadas de y otros tesoros metalicos en la tremenda montaña de basura humeante en Phnom Penh, Camboya
La mayoria de los buscadores son ni�os de entre 7 y 11 a�os que se pasean descalzos durante 12 horas por monta�as de desperdicios empapados
La mayoria de los buscadores son niños de entre 7 y 11 años que se pasean descalzos durante 12 horas por montañas de desperdicios empapados
Aves de r�pi�a son los acompa�antes de los ni�os en el basurero
Aves de rapiña son los acompañantes de los niños en el basurero
En un ambiente de moscas e inmundicias viven estos peque�os
En un ambiente de moscas e inmundicias viven estos pequeños
Estos ni�os son la estampa de la m�s cruel pobreza
Estos niños son la estampa de la mas cruel pobreza
Vacas, adultos y ni�os comparten el basurero
Vacas, adultos y niños comparten el basurero
El fuego contamina sus pulmones pero ayuda a localizar m�s r�pidamente los metales.
El fuego contamina sus pulmones pero ayuda a localizar mas rapidamente los metales.
Los m�s variados articulos pueden caer en manos de los ni�os
Los mas variados articulos pueden caer en manos de los niños
Una de las caras feas del
La m�s fiel imagen de la pobreza y el abandono
La mas fiel imagen de la pobreza y el abandono
La insalubridad reina en el basurero
La insalubridad reina en el basurero
Miseria y explotaci�n acompa�an a estos ni�os
Miseria y explotacion acompañan a estos niños
Pomos y latas son
LAGRIMAS VERDES DE MUZO, COLOMBIA
Minas de esmeraldas.
Carlos tiene 12 años y trabaja con su hermana pequeña y su padre filtrando con pala y tamices las sobras y desechos de piedras y lodo provenientes de una de las minas legales de Muzo, a 90 kilometros al norte de Bogota, Colombia. Su cometido es buscar las lagrimas verdes de Kong, minusculas esmeraldas o polvo de ellas escapado del filtro de la mina. Son piedras de un intenso verde, consideradas por los gemologos como las de mayor calidad del mundo. A diferencia de Kong, Hajira y los hermanos Shinwari; Carlos no cobra nada por su trabajo; depende de la suerte de encontrar alguna fraccion de gema.
Sus padres son los “guaqueros” del infierno verde, esmeralderos empecinados en hacer fortuna facil a costa de los esfuerzos de sus hijos; la “guaqueria”. Utilizan a los niños para cribar la morralla e incluso para picar en tuneles demasiado angostos.
Carlos tiene 12 a�os y trabaja con su hermana peque�a y su padre filtrando con pala y tamices las sobras y desechos de piedras y lodo provenientes de una de las minas legales de Muzo, a 90 kil�metros al norte de Bogot�, Colombia.
Los niños trabajan filtrando con pala y tamices las sobras y desechos de piedras y lodo provenientes de una de las minas legales de Muzo, a 90 kilometros al norte de Bogota, Colombia.
L�grimas verdes de Kong, min�sculas esmeraldas o polvo de ellas escapado del filtro de la mina.
Lagrimas verdes de Kong, minusculas esmeraldas o polvo de ellas escapado del filtro de la mina.
Pobreza y marginalidad de la mano de estos ni�os
Pobreza y marginalidad de la mano de estos niños
Duro y agotador es el trabajo
Duro y agotador es el trabajo
Sus padres son los “guaqueros” del infierno verde, esmeralderos empecinados en hacer fortuna f�cil a costa de los esfuerzos de sus hijos
Sus padres son los “guaqueros” del infierno verde, esmeralderos empecinados en hacer fortuna facil a costa de los esfuerzos de sus hijos
Con buena suerte y duro trabajo pueden aparecer fragmentos de esmeraldas
Con buena suerte y duro trabajo pueden aparecer fragmentos de esmeraldas
Con el futuro empe�ado por la explotaci�n y la miseria
Con el futuro empeoado por la explotacion y la miseria





..TIENES DERECHO...A PERMANECER CALLAD@

Las injusticias de Mapiripán


Hace doce años largos, el 14 de julio de 1997, Mapiripán, un pueblo de mil habitantes a orillas del río Guaviare vivió la muerte. Cerca de 120 hombres encapuchados y vestidos con uniformes de camuflaje del ejército irrumpieron en el casco urbano, se apoderaron del lugar, secuestraron por cinco días a sus habitantes y mataron uno a uno a 60 personas que hacían parte de su arbitrario listado de “sapos de la guerrilla”. La mayoría de los asesinados fueron arrojados al Río Guaviare y permanecen desaparecidos.
“Nos dimos cuenta que no era la Fuerza Pública por los grafitis que decían Auc de Urabá”, le contó una mujer que vivió en el pueblo a VerdadAbierta.com. Los paramilitares no se fueron nunca del todo de este caserío triste en el extremo sur del Meta. Sufrió otra toma paramilitar 2002 y ha habido otras varias matanzas en la zona del Alto y Bajo Ariari.  
Mapiripán fue y sigue siendo un punto estratégico a donde confluye la base de coca de extensos cultivos de producción cocalera y de donde sale la droga para los mercados en Brasil.
VerdadAbierta.com estuvo en Mapiripán y vio la gran presencia militar. Sin embargo, la gente aún se siente desprotegida, pues hay demasiados paramilitares en la zona y nadie parece estarlos persiguiendo. De los 2.500 habitantes que huyeron cuando la masacre, muy pocos han regresado, y viven en diferentes barriadas urbanas del país. La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano por acción y omisión en la masacre, pero nadie ha sido aún reparado. Algunos oficiales del Ejército, entre ellos el general  Jaime Humberto Uscátegui, fueron condenados por su complicidad en el asesinato masivo.

TEXTO COMPLETO:

http://verdadabierta.com/index.php?option=com_content&id=2131

 

 

MI HERMANO FUE UN FALSO POSITIVO




“Buscaban personas que no fueran de la región para que no reclamaran”
TESTIMONIO.El
escalofriante testimonio de Luis Esteban Montes, un soldado que se
enteró de que sus compañeros de pelotón mataron a un campesino
cualquiera para hacerlo pasar por guerrillero. Pero la víctima resultó
ser su propio hermano.
"Todo
pasó el 30 de abril del año pasado. Yo estaba como soldado
contraguerrilla en el Batallón de Infantería N.31 que opera en Córdoba.
Mi compañía llevaba más de 15 días sin hacer mucho en un pueblito
caluroso que se llama San Juan. No había operaciones ni patrullajes.
Los soldados estábamos simplemente ahí, sin hacer nada. Pero el Día de
la madre estaba cerca y los altos mandos empezaron a preocuparse porque
no teníamos resultado para mostrar, ni méritos para que nos dieran los
días y poder salir a visitar a las familias. Entonces se empezó a
hablar de "legalizar" a alguien. Es decir, de matar a una persona para
hacerla pasar por guerrillero y así ganarse el permiso para salir. No
me sorprendió del todo, pues las 'legalizaciones' son un asunto
cotidiano.
"Una
noche, mientras yo hablaba con mi familia por teléfono, llegó mi cabo
Jonathan Pineda y me dijo: "Guajiro, váyase para el cambuche que ya
tenemos el 'man' al que le vamos a hacer la vuelta". Yo le pregunté que
quién era, pero me mandó a callar y me advirtió que mi capitán Jairo
Mauricio García había dado la orden de que no le habláramos para que no
se diera cuenta de que lo iban a matar. Le pregunté: "¿De dónde es el
'man'?" y me dijo que de La Guajira. Siempre buscaban personas que
fueran extrañas a la región para que ningún familiar los reclamara. De
todas maneras yo tenía mucha curiosidad porque también soy de La
Guajira. Entonces me salí del cambuche, prendí un cigarro y escuché que
el hombre me pidió otro. No le alcancé a ver el rostro porque no había
luz ni luna. Estaba lloviznando. Le regalé el cigarro y nos pusimos a
charlar. Al poco tiempo me di cuenta de que era mi hermano, Leonardo
Montes.

"Mi
hermano se había ido de Maicao hacía mucho tiempo, cuando yo apenas era
un pelao de 9 años. Por eso no lo reconocí. Pero cuando me dijo el
nombre de mi papá, lo comprobé. Era mi hermano y era también al que
habían elegido al azar para matarlo. No lo podía creer. Entonces me
destapé. Le dije que yo era el 'niño', Luis Esteban, su hermano. Nos
abrazamos y en medio de la emoción le advertí que lo iban a matar para
hacerlo pasar por guerrillero. Le dije que se fuera, pero él no me
creyó. Él se había hecho muy amigo de dos soldados de mi compañía que
lo invitaron hasta el cambuche. Leonardo estaba seguro de que no le
iban a hacer nada. Estaba engañado.

"Después
de 20 minutos conversando con él afuera, me mandaron a llamar. Entonces
me fui directo donde mi cabo Pineda y le dije: "Ustedes no pueden matar
a ese hombre porque él es mi hermano". El cabo no me creyó y me dijo
que mejor hablara con el capitán García, quien tampoco me creyó. Lo
único que hizo fue insultarme. Le insistí. Le dije que le preguntara
por el nombre de mi papá, de mis hermanos, de la familia, de la calle
en Maicao donde habíamos nacido.

"A
partir de ese momento todo fue un enredo. El capitán y yo discutimos
varias horas y mi hermano lo escuchó todo. Al final, les dije que ya no
me importaba si me creían o no, que ese hombre que iban a matar era mi
hermano y primero tenían que matarme a mí. "Por qué no trae a un
hermano suyo, capitán, o a su papá y así puede irse contento el Día de
la madre. Pero con mi hermano no se pueden meter", le dije. Todos
estaban muy alterados. No podían creer que la única persona que
lograron conseguir para asesinar resultara ser el hermano de un soldado
de su propio pelotón. El plan que tenían de buscar a alguien que no
fuera de la zona, a alguien que no tuviera dolientes en el pueblo y que
su muerte pasara inadvertida, se les había ido a la basura.

"Después
de un rato, el Capitán me dijo: "A mí no me duele la mano pa matar a
ese hijueputa". Tampoco era difícil encontrar quién lo hiciera porque
cada compañía tiene sus dos o tres sicarios, que son siempre los que
hacen esas vueltas y se ganan su millón de pesos.

"En
un momento de descuido aproveché para decirle a mi hermano que se fuera
corriendo, que saltara por unos alambres, que pasara la quebrada y se
fuera para la casa porque lo iban a matar. Él decía que no se iba
porque ahí sí era más fácil que lo asesinaran. Logramos salir un poco
del cambuche, conseguimos una mototaxi y él se fue para el pueblo. Yo
me quedé pero, obviamente, esa noche no pude dormir.

"Al
otro día me di cuenta de que todo había cambiado para mí. Mis
compañeros me odiaban. Entonces le pedí a un coronel que me trasladara
porque yo no era capaz de patrullar con la misma gente. Además estaba
muy débil, pues me había atacado con fuerza el paludismo. Ese mismo día
me mandaron para una compañía diferente en Puerto Libertador, un pueblo
cercano a San Juan. Allá me sentí más tranquilo. Al menos no tenía
miedo de que me mataran. La idea de denunciar a mis compañeros se me
pasó por la cabeza, pero finalmente no lo hice en ese momento. Ya había
liberado a mi hermano, que era lo más importante, y quería evitarme
problemas con mis superiores.

"Como
al tercer día de estar en Puerto Libertador escuché que la compañía
donde yo estaba antes había "dado una baja". Me entró la duda por mi
hermano y le pregunté a un soldado si sabía quién era el muerto. Él me
contestó que no, pero que un carro lo estaba recogiendo para llevarlo
al cementerio.

"De
inmediato me fui para donde una tía que vive en Puerto Libertador y le
conté todo. Le pedí que me acompañara al cementerio. Cuando íbamos
caminando hacia allá, pasó el carro con el muerto pero tenía la carpa
abajo y no pudimos verle la cara. Cuando llegamos al lugar, el muerto
ya estaba en el piso envuelto en un plástico blanco. Yo me tiré sobre
él, rompí la bolsa y me di cuenta de que era mi hermano, Leonardo. El
hueco ya estaba listo y dos soldados lo agarraron de los pies y de las
manos y lo tiraron así, sin ataúd ni nada. Supuestamente, le
encontraron una granada y un arma en las manos. Pero ya hay un testigo
en el pueblo que dice que él le vendió esa pistola al Ejército y yo me
acuerdo cómo, días antes al 30 de abril, dos soldados de mi pelotón la
estaban limpiando con orina para borrarle las huellas.

"Después
de ver todo esto llamé a mi familia en Maicao. Les conté todo y ellos
vinieron por él hasta Córdoba para darle cristiana sepultura. Fue
entonces cuando decidí demandar al Estado. Pero el mundo se me vino
encima. Estoy en permanente estado de alerta porque pienso que me puede
pasar algo. Me da miedo comer lo que me dan en el Ejército y aunque ya
completé tres años en la institución y hoy estoy en el Batallón Juan
del Corral, en Rionegro, Antioquia, la única función que puedo cumplir
es recoger la basura de todos. No puedo ir a zonas de combate porque
tengo medidas especiales de protección. Además, muchos me tienen la
mala porque saben de la demanda y de mi historia. Yo espero que todo
esto pase muy rápido. El caso lo tiene una fiscal de derechos humanos,
quien está investigando a los siete militares implicados en mi caso. El
día que se haga justicia veré qué otro rumbo le doy a mi futuro. Lo que
pasó con mi hermano me cambió completamente la vida y creo que ya
merezco un poco de tranquilidad".